’¡AH, VIERNES SANTO DE TODOS LOS DÍAS!’

Al comprometido buen amigo y gran colega, Javier Hernández quien nos mantuvo informados en forma constante sobre la salud de nuestro común hermano, licenciado Felipe Sánchez Jiménez hasta el triste desenlace de su partida al eterno éter.

Por tiempo y espacio en nuestros medios dejamos para ahora la siguiente acotación: En los tiempos de lucha de ’La musa de los derechos humanos’, Rosario Ibarra de Piedra, no una, mil veces escuchamos a funcionarios federales, sobre todo, referirse a la comprometida luchadora social despectivamente, siempre se los reprochamos y les pedimos respeto para una madre que buscaba a su hijo desaparecido.

LA SANTÍSIMA TRINIDAD, DOLORES HIDALDO, GUANAJUATO. Con motivo del Viernes Santo pasado, lo recordarán, les compartimos en la entrega respectiva el poema del tío, Fernando Celada Miranda, ’El Cantor de los Obreros’, ’El Cantor de Xochimilco’, ’El Último Poeta Romántico de México’, su poema ’Los Cristos Mudos’, donde el propio Crucificado parece que habla de la inutilidad de su sacrificio. Nuestro gran camarada, reconocido periodista y erudito escritor, Luis Manuel Arce Isaac, director en México de la agencia de noticias cubana, ’Prensa Latina’, PL, nos obsequia la siguiente glosa a la oda, con el título que tomamos para esta colaboración de viernes de la Cuaresma Florida:

’¡Ah, viernes santo de todos los días! La tierra arde con los fuegos de las entrañas del hombre, más descomunales y destructivos que los de los bosques. La erupción del Vesubio que calcinó a Pompeya, o el de Tambora que todavía hace temblar a los indonesios, son juegos pirotécnicos ante el peligro que nos acecha y que vemos ahora con un poco de más claridad con la guerra de Ucrania.

Ya no es el mero lenguaje apocalíptico de narrativas pretéritas cuando la cerrera armamentista expresaba el avance de una guerra fría que siempre fue caliente. Ahora hierve y las válvulas parecen estar tapadas por la ambición, la osadía y el desdén por la vida. Es hora de reaccionar.

Amparémonos en la advertencia sacrosanta que no sale de la oquedad de la iglesia ni del convento en los versos del Tío Fernando Celada Miranda, sino de la horrible y vergonzosa realidad política que incumple su legado de garante de la paz y la convierten los Caifás modernos en instrumento de guerra. Evitemos que los viernes santos sean diarios, como lo es desde que apareció el dinero y destronara el reinado de Jesús.

No seamos el Cristo que con ojos entreabiertos inspiran una eterna compasión, ni el que parece tener pena por no poder calmar la angustia ajena, y menos el desolado que reclina la frente en sus costados y al oír las blasfemias de los pobres se arrepienten de estar crucificados, y mucho menos los que no saben cuantas inmensas desventuras caben en muchos corazones oprimidos.

El Tío nos alerta que hay Cristos tristes, mudos y sombríos, que abren sus brazos lánguidos y fríos y expiran con la hiel entre la boca, viendo que es imposible romper el diente horrible del dolor que tortura lo que toca.

¡Ah, viernes santos de todos los días! No seamos ese Cristo del Tío Fernando, rechacemos a aquellos Cristos tristes y pálidos y yertos que en los claustros desiertos lloran su angustia palpitante y sola, y desploman la frente entristecida viendo a la humanidad rodar perdida en el terrible vértigo de una ola. Y mientras, los fariseos se enriquecen y enloquecen de alegría maligna.

Seamos aquel Jesús de Nazaret que expulsó sin miramientos a los mercaderes del templo, curó las llagas del pueblo encarnado en Lázaro, y cerró las estrechas puertas del cielo al rico par abrírsela, en cambio, a los camellos’.

Sobran los comentarios, ¡qué erudición! ¡que profundidad! y ¡cuánta verdad! en la paráfrasis del fraterno amigo cubano, Luis Manuel Arce Isaac. Con nuestro profundo agradecimiento